Por Carmen Ligia Barceló · Artículo de Opinión*.

 

Dos bandos se enfrentan por loma Miranda. El primero, una masa de la recién despierta juventud de clase media refugiada en argumentos de conciencia ecológica y esgrimiendo predicciones sobre el futuro medio ambiental del país. El otro, un grupo de seres humanos que ven irse frente a sus narices su principal fuente de sustento: un empleo directo en una multinacional o los beneficios indirectos de la operación. Nuevamente se enfrentan la incapacidad del Estado de ejercer su rol y el deseo del pueblo de proteger lo suyo.

 

 

En este caso, han bailado frente a nosotros opiniones de todo tipo, científicos en contra de la explotación y científicos en pro de la explotación ¿Quién tiene los argumentos válidos? ¿Quién ha utilizado el método correcto para determinar una versión o la otra? Nunca lo sabremos. El Estado, llamado a proteger lo nuestro y a ser fuente de garantía de equidad de oportunidades a la población, está maniatado ante una realidad que supone terminará en desastre no importa la opción elegida.

 

¿Que las protestas en pro de la explotación pueden estar financiadas por interesados? ¡Claro que sí! Lo realmente preocupante es que se den las coyunturas sociales para que éstas sean válidas. Dos provincias enfrentadas: La Vega en pro de la conservación para preservar los ríos que irrigan sus cosechas; y Monseñor Nouel, que ve con preocupación cómo se quedan sin sustento una gran parte de sus ciudadanos.

 

Diez mil empleos que el Estado tendrá que generar si no permite que Falcondo Xstrata Níquel explote Miranda. El problema es que al igual que ahora vemos la ineficacia del Estado para establecer garantías mínimas a sus ciudadanos, sabemos bien que, si la explotación va, el Estado no podrá garantizar un seguimiento real y efectivo a la remediación del pasivo ambiental.

 

El Estado tendrá que ceder ante una presión u otra y, aunque a los ecologistas no les guste oírlo, es más probable que otorgue el permiso de concesión, pues si lo vemos desde el punto de vista político seguro que suman más los votantes de Monseñor Nouel que los peregrinos del fin de semana al Palacio Nacional. Entonces, el discurso de lucha debe dar un giro: dejar de pelear por que no se explote loma Miranda y empezar a pelear porque el Estado asuma un rol efectivo en ésta y en todas las lomas Miranda que están diseminadas en la vida nacional.  

 

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