Cuento de Robert Lizardo, Productor & Director Audiovisual en Creación Masiva · Foto Maricha Martínez Sosa.
Todo pareció un chiste de borrachos, cuando el embajador alemán de nombre impronunciable hizo la propuesta en medio de una fiesta de la ONU, celebrando el 70 aniversario de la independencia de algún pequeño país, que el conoció ese mismo día. Pero cuando la idea, chiste o comentario “huérfano de coherencia”, como le llamó el delegado de la India, se propagó por toda la fiesta a la velocidad de la manecilla del reloj, y continuó caminando hasta llegar al almuerzo del día siguiente en las oficinas de la Unión Europea, para colarse en el café de los del MERCOSUR, que estaban un piso mas abajo, la explosión llegó al grado, que el comentario cayó hasta el sótano donde compartían oficina, microondas y secretaria, los países del Caribe.
¿Porque no?, comentó sonriente el delegado cantones, mientras tocaba con el codo el hombro de su homólogo americano, quién lo miró de reojo sin cambiar la expresión de su rostro. Esa pregunta empezó a crecer en la cabeza de todos más que la economía china, pero nadie se atrevió a decirlo en ese momento. Aun no se sabe quien se lo comentó al embajador de Haití. Lo que si se sabe es que el delegado de Palestina explotó en cólera a tal punto, que hubo que recordarle que ellos no podían opinar ante la ONU. Que a lo sumo, se podría agendar el tema e invitarlo a participar, a lo que accedió de mala manera. Eso les dio tiempo a los países que creían en el proyecto, a armar una estrategia para convencer a los palestinos, sin desatar una serie de protestas que terminaran en tragedia.
Llegado el día de la reunión, el embajador de Israel y Republica Dominicana se sentaron uno al lado del otro sin dejar de comentarse cosas por escrito. En realidad era una especie de monólogo en papel del embajador israelí, a lo que el dominicano asentía moviendo su cabeza.
En el momento de la apertura, el presidente de la ONU hizo un chiste sobre el rey Salomón que solo causó gracia a los países católicos y luego del protocolo de bienvenida, dio paso al embajador de Italia quien inició el debate con la frase ¨ ¿porque no?. La repitió mientras miraba al delegado de Palestina, lo que produjo a una serie de preguntas por parte de todos los delegados.
La primera pregunta se dio por una confusión en la traducción al embajador de Uganda, quien había entendido que se moverían los terrenos de palestina a Haití y que la media isla correspondiente a los haitianos, seria arrancada del mar Caribe y llevada a Medio Oriente. Luego de una pausa se le explicó que lo único que se movería sería a la población de dichas naciones hacia un lugar con vecinos neutrales, con lo que se detendrían las permanentes hostilidades históricas.
Cuando el embajador entendió,. el delegado italiano volvió a repetir la frase ¨ ¿porque no?. Una vez desglosados todos los puntos positivos que implicaban la mudanza, al fin llegó la pregunta temida por todos: ¨ ¿y los lugares santos? La respuesta fue una idea igualmente radical, propuesta por el gobierno japonés: Una promesa formal de Japón, para financiar visitas a los lugares santos de los palestinos reubicados, en barcos de su propiedad, a cambio de un permiso para la creación de parques industriales en aquellas zonas de la isla que resultaran subpobladas por la diferencia de tamaño de los territorios intercambiados. Además el gobierno de Japón se comprometería a cuidar las ciudades de Belén y Jerusalén, lo que levanto la protesta de los egipcios, a quienes finalmente se le concedió dicha custodia, a cambio de otros 100,000 viajes a la Meca para los Palestinos.
Quedó en secreto la forma en que se cerraron los acuerdos para convencer a los palestinos, pero lo último que se supo, fue que los franceses se negaron rotunda y agresivamente, hasta que se les ofreció la contratación de empresas francesas para ejecutar la mudanza de los 10 millones de personas involucradas en este movimiento.
Convencidos de que esta magnífica idea daría un definitivo giro pacífico a humanidad, ya que de funcionar, podría implementarse en otros territorios en disputa, todos coincidieron en que lo único que restaba era presentarla al mundo, para lo cual se planteó darle un nombre apropiado. El delegado Argentino propuso llamarla “Cambio por la paz¨, pero el Alemán lo refutó, acotando que el nombre tendría que ser en alemán ¨Schritt in Richtung Frieden¨, ya que la idea era suya. Nadie le discutió la propiedad de la idea, pero el delegado gringo lo convenció de que el nombre correcto debía ser ¨ The Switch for the peace ¨, por ser el inglés un idioma mucho mas conocido mundialmente que el alemán. El embajador germano se disponía a protestar, pero aceptó, cuando el angloparlante le dio la idea de hacer en forma conjunta camisetas para la venta, cuyas ganancias serían donadas a instituciones alemanas y estadounidenses.
Una vez publicada, la idea no cayó muy bien entre los palestinos de la calle. En un maratón realizado por los musulmanes con financiación Judía, en plena franja de Gaza, donde no faltaron las lagrimas para recalcar el sufrimiento diario del pueblo palestino, los argumentos parecían no convencer a nadie. Hasta el planteo del enviado de Jordania quien con una única frase, sedujo los corazones de los palestinos: “Hermanos, esta podría ser una gran oportunidad para llevar el mensaje de nuestro profeta a América”. El mismo jordano se sorprendió de que dicha frase saliera de su boca, y se lamentó de no haberlo pensado antes. Entonces hubo un acuerdo unánime entre los participantes del evento, que retumbó en los países árabes negados a la idea.
Como parte de la campaña, se hizo una película llamada “El sueño de Mahoma” que presentaba a un árabe llegando a América con el mensaje del Islam. Al final de la película el árabe predicaba al mismo presidente de los Estados Unidos y este acababa hincándose con dirección a la meca diciendo: “Ustedes siempre tuvieron razón!”. La película fue un éxito tal, que convenció a todos los que faltaban por convencer, pero por su poco creíble trama, solo se presentó en la televisión árabe.
La mudanza resultó difícil. Las personas mayores se negaban a partir, y muchos prefirieron quitarse la vida. Pero se dijo que los 5,000 suicidios habían sido un hecho aislado, producto de la incomprensión por parte de estos señores. Por otra parte era de esperar que algún sacrificio llevaría todo esto.
Con relación a los Haitianos, todo se limitó a que los franceses se presentaran en las casas de los haitianos diciendo: ¨ Los vamos a llevar a un sitio mejor ¨. Estos, sin preguntar ni empacar sus propiedades (que a lo sumo podrían ser dos platos y una muda de ropa) siguieron a los franceses formando un collar de zombis, ya que veían esto como la peregrinación a una mejor vida, tal como lo expresó el presidente haitiano en una transmisión que se pudo oír en los 3,000 aparatos de radios que a la fecha aun funcionaban en Haití.
Al principio los palestinos no se adaptaban al territorio, pero cuando se vieron con un terreno mayor que sus brazos abiertos para cada uno, sin tocar al vecino, la felicidad los abrumó de tal forma, que ignoraron que la capa vegetal de la tierra estaba destruida, prefiriendo verlo como un nuevo desierto. Otros más poéticos lo vieron como una playa de arenas infinitas.
Por primera vez en muchos años estaban en paz. Aquellos que se habían acostumbrado al sonido de las bombas antes de dormir, recibieron un tratamiento psicológico donado por el gobierno de Corea del Sur, basado en la explosión aleatoria de petardos durante la noche. Eso eliminó el problema e hizo felices a los niños, pero asustó a los vecinos dominicanos, que bastante asustados estaban ya, por la idea de tener del otro lado de la frontera gente que hasta ayer los medios presentaban como terroristas con trapos en la cabeza. La mayoría de los dominicanos empezaron a ver con desagrado a sus nuevos vecinos y aun cuando afirmaban respetar su religión y creencias, finalmente dejaron de opinar y los aceptaron a regañadientes, porque sabían que las decisiones del gobierno no se cuestionaban.
Todo cambió cuando al fin descubrieron ciertas leyes atractivas, como los matrimonios múltiples y la superioridad del hombre sobre la mujer. Entonces los hombres del este de la isla comenzaron a emigrar masivamente, al punto que el visado palestino se hizo cada vez más difícil de obtener. Al final se demostró que podían convivir con sus vecinos, aunque nunca perdieron el miedo a un ataque desde el Oeste de la isla, impuesto por las declaraciones de la iglesia católica, temerosa por la seguridad de la nación. Sin embargo no dejaron de notar que lo mismo decían de los haitianos.
Transcurrieron meses de paz, cuando la frontera empezó a heder. Los dominicanos siempre a la espera del ataque del terrorismo palestino, no pudieron creer la noticia de que un dominicano armado junto a sus dos hijos, había disparado ebrio, en pleno Puerto Príncipe (ahora llamado Nueva Jerusalén), asesinando a más de 20 palestinos. Luego se supo que se trataba de un comerciante víctima de un ataque de locura, a causa de la quiebra de su negocio de exportación de carne de cerdo a Haití. Así fue como se dieron cuenta que las costumbres de los nuevos vecinos había afectado profundamente la economía Dominicana, paralizando no solo la venta de carne de cerdo, sino también la de otros importantes productos que la sostienen, como la cerveza y el ron.
Aunque aislado, el hecho de sangre encolerizó a los palestinos quienes como protesta, quemaron la embajada dominicana en la “Nueva Jerusalén”. Esto desencadenó una extraña serie de enfrentamientos entre nacionales de uno y otro lado de la frontera, aunque no se tenía claro que ganarían con ello.
La rabia llego a las puertas de la ONU cuando entraron los delegados de ambos países a la oficina del Secretario General. Este se encontraba con las manos en la cabeza, escuchando a los delegados de Israel y Haití discutir acaloradamente. Uno, por la falta de respeto de los haitianos haciendo Vudú en Tierra Santa, y el haitiano quejándose de que su vecinos no los dejaban vivir, aunque nadie comprendió claramente a que se refería.
Visto el caos de la situación, se convocó a una nueva reunión para buscarle solución.. Pese a las discusiones, lo único que quedaba claro era que nadie quería ni a su nuevo vecino, ni al anterior. Los israelíes planteaban que nunca habían tenido ese tipo de problemas con los palestinos. Los haitianos respondían que ellos no habían pedido la mudanza a Tierra Santa. En tanto, los dominicanos y palestinos no terminaban una frase coherente, sin iniciar una serie de ofensas que terminaban en Ruido.
Tras horas de reuniones, estudios, y propuestas, nada quedó claro. Lo único que parecía una solución era una nueva mudanza. Pero luego que Francia informara sobre las perdidas que tuvo en la anterior, todos los países coincidieron en considerarla una locura.
Lo único que pudo conseguirse fue que la ONU debía comprometerse a ayudar a la convivencia entre las naciones en un plazo de 15 años. Junto con la decepción de todos los países, llegó el miedo de Haití y Palestina por verse tan débiles y vulnerables ante sus enemigos. Esto despertó enérgicas protestas de sus nacionales, hasta que los norteamericanos, rusos, alemanes, japoneses, españoles, ingleses e italianos, ofrecieron ayudar con la venta de armas a costo bajísimos y a pagar en cómodas cuotas, para que se sintieran en capacidad de defender sus fronteras. Cuando los dominicanos protestaron, decidieron ofrecerles el mismo trato, y esa misma tarde compraron 100 aviones ultrasónicos fiados.
Los israelíes estuvieron a punto de romper relaciones con los gringos por esta traición, pero se calmaron cuando se acordó que dichas armas serian construidas exclusivamente con materia prima Israelí. Por fin todos salieron satisfechos de este nuevo logro de la racionalidad humana, llegando a un acuerdo mediante el diálogo y sin derramamiento de sangre.
Así fue como todos decidieron, en forma pacífica, iniciar sus propias guerras.