Qué maneras más curiosas tiene la vida y el destino de hacer sus cosas, Enrique. ¡Irte justo en el “año del Teatro”! Porque, si bien la actuación en general era tu vida, era sobre las tablas que te sentías en tu elemento.

Una vez, al recibir uno de tantos premios Casandra, te permitiste hacer una diatriba a partir de todos los espectáculos en los que viste acción, fuese como actor, director o productor, y finalizaste con una frase que se me grabó con sangre en el cerebro: “¡Gracias por dejarme vivir a puro teatro!”. 

Y es que no existe otra forma de recordarte que no sea como ese actor y director cuyo nombre se nos hizo conocido al verlo en tantos afiches y programas de mano durante tantos años.

Luego quisiste propagar tus conocimientos y creaste unos talleres de actuación que crearon escuela, dirigidos a jóvenes que amaran el teatro del mismo modo que siempre lo hiciste.

Hoy, tus alumnos, compañeros y amigos te recuerdan con lluvia en la mirada y prometen no olvidarte. ¿Cómo olvidar a alguien que vivirá eternamente en su obra?

Nosotros lloramos con ellos y por ti, mientras la última cenital se apaga y el telón de tu vida terrenal se nos cierra, abruptamente.

De las muchas palabras que han tenido en redes sociales, reproducimos esta que nos conmueve particularmente, de Viena DivaLuna:

Tu corazón "falló" medicamente, pero siempre funcionó para querer y darte a querer, por eso hoy dejas una huella en todo aquel que contigo compartió. Descansa en paz... reúnete con tu madre, a la que siempre añorabas y con amor recordabas.

Hasta la próxima, Enrique Chao.