Ciudad primada de América, cuna de la civilización del nuevo mundo, modelo primigenio que luego vino a repetirse en el resto del continente, hogar del primer modelo de universidad europea establecido en 1538 por el papa Paulo III, sede del primer cabildo del nuevo mundo, hogar de un millón 403 mil habitantes (según el censo de 2014)… Muchos conceptos para hablar del mismo lugar que, evocando a Pedro Mir, se halla ubicado “en un inverosímil archipiélago de azúcar y de alcohol” o como le escribió Arístides Incháustegui, el “crisol de razas y utopías, tierra de glorias y agonías”.

Así es esta ciudad que mira al mar dándole la espalda, mientras es bañada por la confluencia del Ozama con Isabela, sede del gobierno nacional y epicentro de gran parte del accionar cultural que ocurre en estos 48 mil kilómetros cuadrados de la ínsula Hispaniola.

Santo Domingo, a lo largo de sus quinientos veintitrés años de establecida -fundada primero por Bartolomé Colón en la margen oriental del río Ozama y luego, en 1502, trasladada al otro lado por instrucciones del entonces gobernador Nicolás de Ovando por una supuesta plaga de hormigas- ha ido generando motivos y razones por sí misma para convertirse en un destino de primordial importancia en materia de turismo cultural.

Si no bastaran por sí solos los monumentos históricos de la llamada “Ciudad intramuros” (mejor llamada por los capitaleños, gentilicio de los aquí nacidos, como Zona Colonial), las distintas actividades y eventos que ocurren casi a diario dentro de sus ciento cuatro kilómetros cuadrados de territorio, sumados a su oferta museográfica, artística, culinaria y de entretenimiento la hacen un destino apropiado para el turismo cultural, no solo de visitantes sino también de locales.

Recorrer la ciudad es descubrir paso a paso cómo el concepto gastronómico del sancocho también es repetido en el día a día cultural: este amasijo de costumbres e idiosincrasia que lleva desde 1496 cocinándose a fuego lento para que los sabores se maceren mejor y tenga un sabor exquisito.

Lo importante de conocernos desde este punto de vista es que el aprendizaje tendrá un doble valor.

La enumeración de todas y cada una de las alternativas culturales de Santo Domingo puede causar asombro en más de una cabeza. A veces la grama se aprecia con mayor verdor cuando se está del otro lado de la acera y en una sociedad en la cual el mantra de “aquí no pasa nada” se convierte en una verdad digna de Göbbels, relatar cuanto ocurre desde las orillas de la cultura pasa a ser un deber con la honestidad y con el suelo que nos convierte en cohabitantes.

Desde quemashago.com estamos, libreta en mano, listos para la enumeración. Acompáñennos en este recorrido virtual por nuestra historia, nuestro folklore y nuestra idiosincrasia. Ya lo decía un afiche del carnaval dominicano en los noventa: “Esta fiesta ahora es que empieza y ya lleva más de quinientos años”.

 

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Corrección: Umami.do